Volver de un viaje es una mezcla de sensaciones, un dilema entre "me gustaría que todavía no hubiera pasado, que aún tuviera que ir", y "qué bien, que he estado en..Pernambuco". Por eso, no hay nada mejor a la vuelta que seguir envolviéndose de la cultura, la música, las gentes, los paisajes del lugar del que venimos. ¿Cómo? Ver las fotografías, poner ese cd de música que compraste en aquella tienda extraña, guardar en una carpeta todos los planos, entradas, tarjetas, alguna moneda local... Pero hay algo más. Ver películas que se han grabado allí, leer novelas cuyos personajes pasean por sus calles, ir a cenar a ese restaurante que con sus sabores te traslada en el tiempo y el espacio a ese lugar...
Los viajes no terminan cuando acaban. Los viajes siguen con nosotros para siempre. Al principio es en forma de pasión que no te deja "volver" a la realidad. Pero más tarde, cuando el tiempo pasa y la pasión se endulza, todo se calma. Y el viaje se queda para siempre, en nosotros. Porque ya nunca volveremos a ser los de antes.
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